Sevilla, Siglo XVII. A orillas del río, dos niños descubren un cadáver. O más bien, lo que parece un cadáver, pues al acercarse a él, el cuerpo cobra vida y trata de devorar a los niños. La leyenda del monstruo está servida.
Desde ese instante, comienza una investigación sobre devoradores de niños, posibles vampiros o simplemente herejes dementes. Pero las pesquisas no correrán a cargo de ningún recto siervo de la ley, sino de Pablo, un individuo con cierta peculiaridad. Sabe que es un monstruo. No puede evitar asesinar a aquellos cuyas pertenencias le enamoran apasionadamente.