He aquí la antología definitiva de Calonge, un artista irrepetible. Crímenes en la avenida de la moda. Un teléfono que no suena. Rostros desencajados entre la multitud. Peatones absortos y un noventa y cinco por ciento de humedad relativa. Flotas de vehículos mullidos y radiantes, ángulos muertos y perspectivas categóricas. Y el tedio, la angustia, la espera. Basta una anécdota urbana, un bodegón íntimo o la intuición de un paisaje para poner en marcha el misterio y el pasmo gráfi co de Calonge. He aquí la antología definitiva de un artista irrepetible. Un libro histórico que incluye la reliquia que fuera su adaptación de Boris Vian, inédita hasta el momento, así como ilustraciones, portadillas, sentimientos encontrados y un sinfín de perlas nuevaoleras e incandescentes. Antoni Calonge Fontcuberta, pintor y dibujante, hijo de ebanista, nació en Caldes de Montbui en 1956 y aprendió el oficio a su paso por los cuarteles de la editorial Bruguera antes de publicar en revistas y diarios como El Papus, El País Semanal, Don Balón, El Correo Catalán o Interviú. Como historietista, su talento prendió con la década de los 80 en las páginas de Bésame mucho y, sobre todo, en las de El Víbora, vivero del underground donde, según el especialista Jesús Cuadrado, se mantuvo aislado con su iconografía inusual, su barroquismo orgánico y su demoledora potencia narrativa . Dibujante para dibujantes , en palabras de su colega Miguel Gallardo, conocido por su destreza técnica, su meticulosidad y su rigor para con los paisajes mentales, su muerte a edad muy temprana el día de Navidad de 1988 nos escatimó el mañana de una obra que todavía hoy parece venida del futuro.