En el siglo XVI, sólo dos países en el mundo, Portugal y España, eran capaces de navegar hasta Asia. El primero debía hacerlo a través de su ruta, la africana. Siempre hacia el este. España, por el contrario, estaba obligada a emprender el viaje a través de América. Siempre hacia el oeste. Eso implicaba atravesar el peligrosísimo océano Pacífico. A los españoles, en ese inmenso océano Pacífico, los vientos y las corrientes los devolvían a Asia y los barcos no lograban concluir con éxito su periplo. Imposible retornar a la América española! Ese viaje de vuelta, llamado el tornaviaje, suponía la asignatura pendiente de la navegación española. Entonces, Felipe II, harto de no poder comerciar de manera segura con Asia, decide encargar a Andrés de Urdaneta que halle la ruta del tornaviaje. Y la historia, de pronto, cambia.