Antonio Hitos vuelve con un grafismo más depurado todavía y un ritmo frenético con Ruido que se erige como un portento narrativo con un dibujo preciso y precioso. En Ruido se dan cita chicles antropomórficos, monstruos en la basura, ratas con inquietudes metafísicas y marcianos exterminadores a bordo de un monopatín rabioso que no para nunca de correr y que, huyendo de todo, acabará enfrentado al propio vacío y su naturaleza inexplicable: ¿qué hay donde no hay nada? Con el fin de la juventud como eje central de la obra y una estructura dividida en tres bloques, el protagonista, compendio de los estereotipos con los que se representa a los adolescentes en ciertos iconos de la cultura popular, se enfrentará a la problemática del vacío, de la nada, y la imposibilidad de explicarla o delimitarla, y verá las implicaciones metafóricas que esas ideas tienen en su propia existencia.