A mediados del siglo XIX, la fortaleza musulmana de la Alhambra es uno de los rincones preferidos por los viajeros románticos europeos y americanos. Alexander Ícaro fue uno de esos artistas que, como Gustave Doré o Washington Irving, llegaron hasta la Alhambra en busca de un lugar exótico y del ambiente que se plasma en los cuentos árabes. Pero a su llegada, Ícaro sólo encuentra un palacio en ruinas habitado por los personajes que enloquecen sin razón aparente y asesinan cruelmente , por lo que Alexander decide ayudar al capitán Iñigo a liberar la Alhambra de la oscura maldición que la posee.